24 mar 2008

El temor.

Me permito una breve reflexión en torno a Sísifo y su piedrecita.
Este muchacho me ha servido siempre para explicar múltiples cosas y para cuestionar otras. Siempre he considerado un error el que se le considere como la caricatura de la desdicha, el destino y el castigo perpetuo. No creo en nada de eso.
Sin embargo, hoy frente a un inminente control de lectura que me ha exigido más de lo acostumbrado, me vi sisifiando en la vida: estaba feliz de la vida trasladando mi piedra monte arriba creyendo haber encontrado la famosa vocación que hace libre a Sísifo.
Me he tenido que exigir mucho mas... entonces se me apareció Marzo en la forma de una pregunta: ¿Será que estaba siendo mediocre? Peor, ¿por qué sufro tanto al tener que exigirme más? No me vayan a salir con la sorpresita de que la mediocridad me acomoda.

Quise morir por un segundo y me repuse.

21 mar 2008

El Día del Jóven Combatiente.

Hoy, Viernes Santo, me despierto tranquila y automáticamente hice el gesto de todas las mañanas; prender la tele buscando a Luchito Jara para que me haga salir corriendo de la pieza, huyendo.
Para mi sorpresa, en el mismo canal esta mañana no había ningún matinal, si no más bien un panel de conversación animado por un apoderado de mi ex colegio. Todo convenientemente lindo para un día especial.
Me quedé escuchando un poco porque estaban hablando de la vida en Cristo, bla bla, de la vida de acuerdo a Cristo, bla bla, de la vida n general y ¡zas!: un típico caballero, la caricatura más fiel de un empresario se dirigió al pueblo. No puedo citar perfectamente lo que dijo, pero tratando de hacer un resúmen, puedo reproduir ciertas frases:
-Claramente, Dios nos ha entregado dones, talentos y habilidades. La pobreza no la inventó Dios, la inventa el mismo hombre. El que se dice pobre es porque quiere serlo y no ha sido capaz de hacer el sacrificio necesario para salir aelante. Cuando veo que alguien despierta y dice “que lata ir a trabajar” yo le digo que no vaya, porque sin esfuerzo no se llega a ningún lado.
...
Todavía estoy procesando lentamente las palabras que me produjeron el mismo efecto que Luchito Jara: salí arrancando. Primero la rabia, porque me preguntaba cómo tiene Canal 13 (si, apenas tenga internet de nuevo voy a buscar al genio dueño de tales palabras) la desfachatez de poner gente así a hablar y cómo el resto del panel, que incluía a un apoderado de mi ex colegio al que le tengo un respeto carismático, siguó en la conversación como si lo que dijo el caricaturesco cuico burbujiento que no habajado de Manquehue, fuera lo más normal del mundo. Esto, en el corto trayecto al baño.
Luego, vino la pena durante la ducha. ¿Cómo la gente piensa eso y lo dice en pleno Viernes Santo? Ya lo encontraba casi una falta de respeto. Me imagino que la familia que se dice pobre y prendió la tele en la mañana para despejarse un poquito y termina por escuchar esto, tiene que haber pasado un proceso similar al mío. Rabia de que este cuico tal por cual tuviera el atrevimiento de decir eso, rabia porque no tiene la más mínima idea de cómo trata diariamente de vivir esta gentecita que se dice pobre (“sipue, si quieren”), pena de sentir una vez más la constante en sus vidas: falta de oportunidades y cómo les dan con las puertas en las narices.
Me han dicho siempre que este día es para reflexionar y este caballero me dio en bandeja el motivo de hacerlo. Primero, como buena egoísta, sale más fácil partir pensando en la vida propia y luego saltar a pensar en los demás y la “gentecita” que se dice pobre.
Gracias a Dios, yo nací en un cuna privilegiada, donde no me faltó nada, menos oportunidades. A mi nadie me ha dado nunca con la puerta en las narices porque mis padres tuvieron la oportunidad de darme un buen colegio, de estimular mi inteligencia, de pagarme una carrera tradicional y darme buenos ropajes. Así y todo soy conciente de que nací con talentos que fueron escogidos con pinzas para que yo los disfrutara, los hiciera producir y crecer, tengo perfectamente claro que he tenido una vida regalada, pero no siempre va a ser así y tengo que esforzarme, sacrificarme por construir un imperio propio y trabajar duro, porque mis padres sólo me pueden dar las bases. El resto corre por mi cuenta.
Luego, pasé a las caricaturas de cuicos y empresarios. Quizás doblaron mis privilegios y todo lo que he tenido en la vida, quizás nacieron con una mente brillante y tienen el mundo a sus pies. Pero con esa concepción de “flojera del pobre” no tienen por qué detenerse a mirar al más pequeño y tenderle una mano. “No pue, que lo haga solito. Pa' eso Dios le ha dado un millón de talentos” Sorprendentemente, luego de dar limosna, no pasa nada, salvo que le den inconcientemente con la puerta en las narices a quien trata de salir adelante bajo los términos que ellos proponen.
Pasando a la pobre gente pobre (redundante), no puedo sino imaginarme impotencia frente a este pensamiento. Sentir que el destino los quiere pobres, porque a pesar de que tratan y tratan, nunca ha pasado nada nuevo en sus vidas. Nadie los valora ni les da la oportunidad de mejorar y les recalcan que el mundo está sobre sus hombros, porque ellos deben cambiarlo, moverlo en su favor para que suban el estatus social.
Ojo con los ejemplos de cómo se domina el mundo o cómo se logra mover en beneficio propio: el empresario caricaturesco que en detrimento del resto vive su vida cómodamente y sin perturbaciones. Como dice Mafalda: Nadie amasa una fortuna sin hacer puré al resto.
¿Qué me queda como persona que me digo pobre? Resignación y aceptación como etapas finales el del conflicto o... quedarme pegado en las dos primeras: negación y enojo. Entonces tenemos que las reacciones frente a este mundo que nos dice que debemos surgir por nuestros medios oscila entre sentimientos muy devastadores para una persona.
¿Podremos explicarnos ahora por qué pareciera que los actos que todos vemos como vandálicos que ocurren en los días cercanos al 29 de Marzo con motivo del Día del Jóven Combatiente parecen no tener otro móvil que un enojo y un odio incontenibles?
Mi lado más cristiano los llega a entender, pero jamás a justificar y mi espíritu de abuelita busca inquieta una solución. Mi lado más cínico se burla de cómo esta gente que es llamada a opinar en un panel de conversación de la vida en Cristo, son unos fariseos más que cierran mente, ojos y oídos ante lo obvio: una persona que está frente a ellos sin malos afanes que busca una oportunidad de decir algo o de surgir. A veces crucificamos a esta gente con tildarlos de “delincuentes” y nos damos cuenta que con esa simple denominación, los etsamos induciendo.
O sea, me he encontrado con gente que piensa lisa y llanamente eso: que el pobre es un delincuente. Si no, habría surgido y tendría una vida próspera como la de ellos.
¿Cabe aquí decir que la ocasión crea al ladrón?
La invitación de este día es a lograr abrir un poco las puertas, las mentes y los ojos. Creo que me muevo en un círcuo bastante privilegiado y es muy triste pensar que nada tiene remedio.
Estoy de acuerdo en que Dios nos ha dado muchos talentos y habilidades, estoy de acuerdo en que hay que sacarles provecho. Estoy de acuerdo ciertamente en que la pobreza la crea el hombre, pero NO ESTOY DE ACUERDO EN QUE EL POBRE LO ES PORQUE QUIERA.
¿Cómo va a querer ser pobre? ¿Cómo va a preferir sufrir con las cuentas y con la mala costumbre de querer comer en vez de comer lo que quiera y cuando quiera?
Descriteriado...
Tampoco estoy de acuerdo con la limosna y no creo que haya algo más bajo que dar orgulloso para salvar la conciencia y luego desentenderse.
En lo que creo firmemente es en que el sacrificio debe ser hecho por todos, incluyendo a los que estamos mejor parados en esta vida. Y tomando el día ensombrecido, debo decir que aún a Jesús siendo Dios mismo, lo crucificaron...
En otro momento hablaré del ayuno y la abstinencia. Hoy, me quedo pensando en cómo nosotros influimos en el resto de las personas y tratar de entender cómo funciona el mundo.