10 feb 2008

Don Carlitos Peña.

Me permito descaradamente ocupar este espacio para hacer un breve comentario de la columna del rector en El Mercurio del domingo. Primero, debo decir que el tema que todos esperaban era el Transantiago por su cumpleaños número uno. Sólo voy a decir sobre eso que tiene un año y las guaguas de un año no caminan y eso era lo obvio que todo columnista iba a describir. Lo hizo el columnista favorito de los más conservadores (salvo algunos), don Cristóbal Orrego. Minuciosamente, cumplió con su deber de nombrar lo que le parecía mal, lo que no iba a resultar, lo que no sirve, las payasadas. Etcétera...
Don Carlitos eligió un tema que a todos nos tiene levemente pasmados, pero a diferencia del Transantiago, no tiene una opinión generalizada: Santalices y su performance en aquellos años del "quiebre institucional" y posterior renuncia.
Ingenuamente, me dedico a leer una columna que tiene un punto de vista cuidadosamente adornado con literatura, historia reciente y filosofía. Me imagino mi cara: miré un par de veces por sobre la pantalla tratando de averiguar si me gustaba o no lo que decía Peña. Pero la desfiguración total vino con la posibilidad del mundo de Internet y la conectividad total, ¿ah? Más abajito venían todas las reacciones y comentarios a la columna; ¡Qué manera de haber odiosidad! El objetivo parecía ser la destrucción del enemigo o algo parecido de una forma que me asustó.
"Para la otra no opino nada, mejor"
Celebro primeramente el haber tomado el riesgo con un tema que saca tanta roncha, porque al parecer, todavía los canastos están confundidos y no hemos sabido, como sociedad, clasificar los actos en su momento sin tener la morbosa necesidad de mirar hacia atrás. Es notable cómo Peña se devuelve una y otra vez al famosito crimen, al momento, al miedo y a la decisión pasada. Se devuelve a Raskolnikov (que me molestó que se usara de gancho populista), devuelve a Kant con su noción de deber (que considero antojadiza la conclusión de la falta al deber de Santalices) y nos deja una impresión de que nos han metido el dedo en la boca, ¡de nuevo!
Me considero absolutamente incapacitada para devolverme a momentos en los que yo ni siquera estaba en los planes de mi familia, pero si puedo decir algo sobre la odiosidad que generó todo esto. Todos se devolvieron y finalmente la discusión se daba vueltas entre quién era más de izquierda, quién más de derecha y estre éstos, quién era el culpable de todo.
Lo que sale de todas las opiniones frente a la opinión del Sr. Rector es una pelotera de juicios: morales, políticos, históricos y jurídico. En el fondo, el tipo dice que él cree que sí se le debe juzgar y punto. Lo que le responden es que es un papanatas. Me temo que falta que alguien diga que don Carlitos está faltando a lo evidente: la renuncia del Gral (R) Santalices. Lo hizo por el Ejército, saben? Porque hay lealtades que nunca se desvanecen y porque la limpieza debe hacerse completa: que feo que un tipo que mandó a 14 personas a la muerte siga haciendo carrera militar en nuestro Ejército. Esa misma lealtad que hizo que todos quienes estuvieran a ese lado tomaran la óptica de los superiores y cumplieran órdenes para solucionar el caos que trajo la izquierda popular al país. Por eso la renuncia.
Y quedan contentos porque creen evitar odiosidades... lamentablemente no es así. Una opinión (que no comparto para nada y considero que es una columna que parece escrita la rápida porque no prevé el descalabro) como la de don Carlitos sigue dejando la escoba.
Insisto: la búsqueda de los culpables entre unos y otros es lo que nos mantiene con ceguera. Por último, si buscan a los que los mataron, claramente este mozuelo no los mató. Pero ya que estuvo involucrado y se arrepintió, mejor que no siga y punto.
¿Contentos? ... Pucha.
http://blogs.elmercurio.com/reportajes/2008/02/10/usted-es-santelices.asp

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