7 feb 2008

La Reparación.

¿Por qué tuve que hacer esto, Dios mio? Un blog para escribir estas cosas...
¿Cómo surgió todo? En la noche del Lunes, cuando don célebre Rodrigo Avaria me pregunta (después de haberme columpiado todo un día con esto de las misiones) "En serio, ¿qué haces en las misiones?" Y, luego de contener por un par de segundos la respiración, comenzó la aventura empática de hacerle entender a un perfecto ateo las cosas que ni yo me explico bien todavía.
Se me vino a la mente esta fuerte idea: la Reparación. El comentario fue solamente de grandes rasgos y una explicación vaga: recoger, reconstruir y reparar lo que ha quedado en el camino roto, doliendo. Uno desde su pequeñez puede mirar para el lado, ver a una persona que no lo está pasando bien y se puede condoler, lo puede acompañar y mostrarle lo que no estaba viendo.
Soy de la idea que postula que cada vez que tenemos un problema, lo vemos tan encima que no vemos lo que hay alrededor y necesitamos que nos digan un poquito dónde está lo que buscábamos. Hay que mirar lo que nos rodea y uno se da cuenta de lo que se perdía.

Volviendo a la reparación; con Rodrigo recorrimos en lo que se demoró en pasar una 503 un camino que he ido descubriendo por más de 5 años. Mientras él me decía que aprendió a no comprar ningún cuento de ideología, yo le contaba que mi ideología la busqué. Al verme envuelta en esta creencia (Dios) que no tiene necesariamente una dirección, busqué la que más me acomodaba y resultó ser la Iglesia Católica. De cajón vino el cuestionamiento a la Iglesia como corporación y truculenta organización: entonces me di cuenta que soy una férrea defensora de la Iglesia divina, pero una constante acusadora de la Iglesia humana. Resulta que son lo mismo... Entendí que mi pertenencia se basa en la reparación. "¿Cómo es eso de que te haces cargo de tu Iglesia?¿Cómo te haces cargo de un cura pedófilo?" Hábil el hombre... y la mujercita responde "Me puedo hacer cargo. Porque detrás de eso hay gente que quedó en el camino sufriendo y de ellos sí que me puedo hacer cargo."
Un tema no menor; considerando que en la mayoría de los lugares donde vamos el curita del pueblo es la máxima autoridad de salvación. Lo que él dice es lo que es y punto. Al que él mandó al infierno, nadie lo saca y al que alzó al cielo, hace deshace a su voluntad en el pueblito. Entonces ahí también está la misión: en ir y decirle a quien, doliente, ha sido ya lanzado a la perdición más absoluta (la separada, la madre soltera, el rarito) que Dios no se ha mudado. La gente se va, pero Él no. Ahí uno repara algo roto: un corazón con mucho dolor y culpa. ¡Culpa! Porque ha sido mala persona, mal hijo de Dios... el padrecito y las señoras se lo dijeron.
Hay que liberar a esas personas, ¿no? También de eso me hago cargo acompañándolos. "Oye, no estás solo"
Todo esto, sin mencionar a las personas que tienen el dolor, la pena, la rabia entre ceja y ceja de haber perdido a un ser querido, de tenerlo enfermo. No le vas a llegar a decir "es que Dios lo quiso así". ¿Cómo, Dios nos quiere sufriendo, entonces? Por suerte vamos investidas con nuestra cruz poderosa que nos abre las puertas de su corazón, y con el hecho de escucharlos es como si Dios hubiera mandado estas niñas para acompañarlas. ¿Ve? Dios no se arranca de su dolor. Llora con usted.
Pero, lo que todos esperan es la solución. Nada, señores. Malas noticias: Dios no es una cábala pra que todo salga como nosotros esperamos, si no que uno pide y pide pero lo que uno pide no llega. Pero... ¿cuántas veces les llegan bendiciones? Dios no manda soluciones mágicas: manda lo que se necesita.
Y el Lunes pensando en la Reparación, sumida en un desgano momentáneo, pensé: ¿y a mi, quién me repara?
Hasta aquí la Reparación.

2 comentarios:

Ana Belén dijo...

Si tuviera que elegir un texto que definera todas mis creencias, mi ideal de sociedad, mi visión de un futuro mejor... sería este.

Y que mejor que este verano haber compartido mis primeras misiones contigo y las demás niñas, de sentir por primera vez que todo el camino recorrido, todos los porqué que he tenido que responder (y responderme yo también) tienen una razón que es base para la vida misma: La reparación.

Es talvez difícil expresar lo que significa la reparación en el día a día de una joven como yo o como cualquiera de las que compartimos la vida durante esos días, pero lo que es claro es que cada minuto compartido con aquellas maravillosas personas fue una muestra más de cómo el amor de Dios va dando frutos, cómo va rescatando, limpiando, sanando heridas... y lo mejor, que es un Dios que vive con nosotros, que sufre nuestro dolor, que ríe nuestras alegrías, que nos ama con todo lo que somos y nos invita a su encuentro desde
nuestra humanidad.

Una vez más, fue y sigue siendo un tremendo agrado compartir contigo.

Un abrazo enorme

Ani

PD: El Blog es genial!

Jar dijo...

Estimada; que gran sorpresa encontrarme con esto de la reparacion y sobre todo el como llegue a esto... es extraño como Él va actuando en las personas y como las manifestaciones mas bellas de su amor se van dando por medio de la reparacion.

En como muchas veces vamos haciendonos participes de bellas historias que nos conmueven el alma y nos dejamos llevar por aquella pasión se Cristo en la vida.

Es el sabernos fragiles y sencillos y sobre todos saber que a quien amamos no nos juzga, sino muy por el contrario nos acoge y nos muestra cuan importantes y valederas somos a sus ojos y el saber concebir la gracia de que la creacion no podia estar completa sin que nosotras/os estuvieramos presentes.

Me encanto poder conocerte y sobre todo cuan bellos pensamientos refleja tu alma de Cristo.

Sandra Jara
P.R.F.