Antes de poder decir cualquier cosa sobre cualquier tema, hay que permitir la existencia de un contexto para que las cosas no queden en el aire.
En el fondo, lo que voy a hacer es una pequeña presentación de mi forma de tomar las cosas. Por ejemplo, ante tanta tribu urbana que existe, voy a decir en este instante que yo no soy ni pokemona, ni pelolais, ni modelais, ni otaku, ni... en fin. Yo me declaro más bien una mamona de tomo y lomo, perteneciente a los mamones que se definen no por su vestimenta (que tiende a ser normal) ni por su múscia (los impostores han demostrado una tendencia hacia los cantantes de centroámerica con letras llorosas). Los mamones se definen más bien por tener un exacerbado apego a los afectos, a ciertos miedos y reservas, así como una exquisita sensibilidad ante los dolores (propios y ajenos) y en casos más extremos, una habilidad única para botar lágrimas.
Dicho esto, paso a definir mis contradicciones: joven católica. Para muchos es una gran barrera; pero como para mí no es así, lo que quiero es usar este pequeño cyberespacio para contarle a la gente que me cree contradictoria, lo que significa para mí todo esto.
A continuación, para inciar el tema de la Reparación hay que entender primero qué significa estarmetida en esto que es la Iglesia Católica (léase con tonito despectivo).
Les copio mi testimonio de Confirmación del año 2005:
Qué difícil es hablar de nuestras creencias hoy en día, especialmente cuando se está en un ambiente como el mío. Hace un par de meses, al llegar a la Universidad, recibí una lapidaria frase: “No puedes llegar a la Universidad creyendo en Dios…”. Yo no dije nada; en segundos, otros compañeros callaron al pobre que lanzó el comentario. Me respondí internamente (mientras insultaban al pobre sujeto) que sí, que se podía llegar a la Universidad (la Chile, para colmo) creyendo en Dios.
Me considero católica, cosa bastante extraña en mi generación, porque la gente de mi edad tiende a considerarla como una “prohibición divina” para llevarlos al buen comportamiento o creen que la religión limita la razón. Está claro que para mi no es así. La fe no me encierra en un Dios todopoderoso cuya voluntad responde todo y la ciencia que investiga, lo ofende. Creo que la cabeza nos fue dada para algo que no es solamente agacharla ante alguna figura o altar, sino para pensar y cuestionar las cosas.
Para mí, Dios es el motor original para crear, para moverse. Es sentir en el pecho un calorcito que genera los sentimientos más insospechados en el momento preciso. Podría resumirlo en la simple y completa palabra “amor”, porque siento que todo lo que conocemos fue hecho con amor para nosotros.
Por esto, tengo razones que la razón no entiende. Y me doy cuenta del tremendo regalo que significa creer. Por eso tomé este compromiso con lo que siento, que me hace llevar con orgullo el estandarte de católica. Es más fuerte que el miedo al fracaso, porque me hace salir a decir cual es mi religión y convence más que una semana de descanso en la playa para salir a misionar. Son las ganas de amar y querer, de mostrar lo que nos regaló el Señor sirviendo donde Él nos llame.
Y finalmente, esto es Dios para mi: un completo guía para la vida y el mejor refugio que uno podría encontrar, dando paz interior y calma, para poder enfrentarlo todo. Lo que venga,; con mi Dios, Dios de amor infinito…
Y en esto nos vamos a detener.
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